lunes, 1 de junio de 2009

Estado y legitimidad. Un punto de vista hacia el eslabón de la pérfida democracia.(II)

Foto José M Perozo P 2008


Pero sin duda el signo fundamental de la Democracia es el ejercicio indirecto de la soberanía por el pueblo, a través de representantes electos, paradójicamente de forma directa, mediante elecciones secretas, libres y universales.

Sin embargo la Democracia como régimen político no se agota en la representación ni en la participación política.

Progresivamente, en particular después de la segunda guerra mundial, la democracia como régimen político se vincula esencialmente a otros factores que van más allá de la sola elección de funcionarios o mecanismos de participación directa y que se refieren al funcionamiento del gobierno democrático. Vinculado al ejercicio del poder y la separación e independencia de los poderes del Estado, respecto a la garantía de los derechos humanos, pluralismo político, de los derechos laborales y la libertad de expresión.

En el mundo contemporáneo no basta que el origen del gobernante esté en el sufragio para que se lo considere democrático, sino que tiene que cumplir con otros elementos esenciales para tener legitimidad democrática y garantizar que sea un “gobierno para el pueblo”. ¿Donde habrá usted escuchado esa afirmación anteriormente?

La Democracia exige respeto y garantía de los derechos humanos y de las libertades fundamentales. Estos no pueden existir sino en Democracia y no hay Democracia si aquéllos no se garantizan, por más origen electivo que tengan los gobernantes.

En el mundo contemporáneo la doctrina de los derechos humanos y su primacía se han convertido en parte importante de la Democracia, al punto de que un régimen en el cual se violen los derechos humanos, la libertad de expresión y en general las libertades fundamentales del hombre es esencialmente antidemocrático.



Pero además, la Democracia exige que el acceso al poder y su ejercicio se realicen con sujeción al Estado de Derecho, es decir, respetándose la Constitución y las leyes.

El acceso al poder no solo se realiza a través de elección de los representantes, lo que debe hacerse con sujeción a lo establecido en la Constitución, sino también mediante la designación de los titulares de órgano con arreglo a la propia Constitución.



Por ello, es esencialmente antidemocrática tanto la usurpación de cargos electivos como el ejercicio de cargos públicos por titulares nombrados violándose los requisitos y normas constitucionales.

Pero además un elemento esencial de la democracia es el pluralismo político, de manera que todas las organizaciones y partidos políticos puedan tener efectiva posibilidad, no solos de acceder al poder, sino de participar políticamente en la conducción de la sociedad.

El gobierno democrático, además debe ser un gobierno para el pueblo en su conjunto y no para una parte o grupo político. Por tanto, sin pluralismo político no puede haber democracia siendo esta incompatible con un régimen de partido único o hegemónico o un Estado integrado por funcionarios al servicio de una parcialidad política.

Por otra parte la Democracia como régimen político exige mecanismos constitucionales que aseguren el control del poder, lo que implica por una parte un régimen de separación e independencia de los poderes públicos y por otra parte, un régimen de distribución territorial del poder.

El principio de la separación de poderes es tangencial en la Democracia como lo es el principio de la representación popular mediante el sufragio para el ejercicio de la soberanía.

Solo el poder puede controlar al poder y su ejercicio abusivo. En este caso el poder soberano del pueblo. Por lo que, cuando no existe la separación e independencia de los poderes no hay Democracia.

En otras palabras es incompatible con la Democracia un sistema de gobierno que concentre y centralice el poder en la figura del Presidente, en una institución o en un solo partido. Al contrario la Democracia implica la separación de los poderes públicos de manera que exista balance y contrapeso entre ellos, es decir, posibilidad de control del poder.

La Democracia además conduce a la distribución territorial del poder público en entidades regionales y locales, de manera que el ciudadano y sus agrupaciones participen efectivamente en el ejercicio del poder público.

Solo cuando está asignado el control del poder y de su ejercicio conforme al Estado de Derecho, pueden tener vigencia otros componentes fundamentales de la Democracia, como la transparencia y la responsabilidad de los gobiernos en la gestión pública, la probidad y la actuación de la Administración pública al servicio de los ciudadanos.



Adicionalmente una democracia exige el respeto de los derechos laborales, entre los cuales ocupan lugar preferente la participación libre e igualitaria en sindicatos y gremios sin injerencia del Estado. Los derechos de los trabajadores deben estar garantizados por el Estado y éste no puede intervenir en sus organizaciones.

Todo control e injerencia del estado en los sindicatos de manera que la libertad sindical quede sometida, es esencialmente antidemocrática. (50)

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