miércoles, 8 de julio de 2009

Cultuta politica (I)

Foto José M Perozo P, 2009

El concepto de Cultura Política tiene su impacto fundamental en los estudios del sistema político con la aparición del libro The Civic Culture (1963) de los norteamericanos Gabriel Almond y Vernon Verba.

Durante la segunda mitad del siglo XX los politólogos norteamericanos Gabriel A. Almond y Sidney Verba escribieron esta obra sociológica que intenta comprender las relaciones existentes entre el proceso de socialización de las actitudes y la estructura política de cada país. La democracia requiere, en este modelo, de un ciudadano con una actividad informada, analítica y racional.

La estabilidad democrática depende de la existencia de una cultura cívica con claras orientaciones cognitivas, emotivas y evaluadoras. Es la escuela, desde luego, el centro formador de tales saberes y capacidades prácticas.

La educación ética y cívica que forma ciudadanos capaces de propiciar con sus acciones sociales la consolidación y el sostenimiento de las instituciones democráticas es obra de la escuela. Y la educación básica es, sin dudas, en el
ideario de la modernidad, el periodo fundamental para su aprendizaje

Sin entrar en las consideraciones que podrían formular autores como Thomas Hobbes, Montesquieu o Jean Jacques Rousseau en la ética y la educación ha desarrolla dentro de la noción de cultura política está la conformación de la denominado de la conformidad social referida a la capacidad del juicio moral para responder a las expectativas que la familia y la sociedad tienen del estudiante.

El estadio de perspectiva sistémica en el que el juicio moral debe someterse a las leyes del sistema para contribuir de esa manera al bienestar de toda la sociedad.

El contrato social debe internalizarse hasta propiciar que los individuos acepten
Voluntariamente el contrato social vigente y persigan convencidos “el mejor bien posible para el mayor número de personas”. El último estadio lleva en el nombre la pretensión de la civilización occidental moderna, pues es el momento de los principios morales universales. Los juicios morales están aquí en coincidencia plena con los valores de libertad individual, igualdad, justicia y el respeto a la dignidad de las personas.

Sin pasar por alto que estamos frente a una visión evolucionista que muy poco podría decir de los procesos de maduración ética y cívica que la niñez latinoamericana paga con sangre en los países destrozados por guerras intestinas o la explicada por el diente artero del hambre sobre la yugular de los niños campesinos, obreros, indios y negros de nuestro continente o por la sed
de justicia que la cruel y mezquina distribución del ingreso genera desde México hasta la Patagonia, es necesario considerar seriamente los resultados de esos estudios sobre educación moral en la medida que son prácticamente los únicos que existen.

Y lo más importante, esos programas educativos son, en muchas ocasiones, el espejo en el que las aspiraciones democráticas del ciudadano común demanda para su integración al complejo multidimensional de la sociedad

De allí que para el escritor español Miguel Ángel Rodríguez (Coordinador nacional Flape-México) la modernidad está asociada a la “libertad de conciencia” para que el ciudadano ejerza la razón y la conciencia democrática para vencer la opresión que se crece bajo las sombras de la ignorancia y la dominación política del Hombre.