domingo, 24 de enero de 2010

Convivir en democracia requiere el ejercicio de gobernantes demócratas de convicción, no advenedizos gorilas en botas



Otro inciso necesario....

Valorar la convivencia requiere trascender de cualquier simplificación de su significado para que la Democracia sea fortalecida con el concurso de los contenidos divergentes del conjunto de individualidades y colectivos que de forma consistente tiene visiones, objetivos y metas particulares de actuación, pero que defectiblemente deben estar inmersos en el marco constitucional vigente.

Convivir no es solo compartir normas y conductas constitucionales. Convivir es aceptar la diversidad y divergía de visiones del hombre como Ser Biosiciosocial y su cosmovisión de la sociedad. Convivir es el compromiso solidario con el respeto de los derechos humanos, la tolerancia y las libertades fundamentales de todos, sin distinciones.

Para lograr la convivencia se requiere que la sociedad civil sea conformada por individualidades y colectivos con alto criterio y respeto profundo por la Dignidad. Con ciudadanos que no estén doblegados en su dignidad ante gobierno alguno, Ciudadanos capaces de apreciar el valor de las diferencias de entre seres humanos y capaces de evitar los conflictos o de resolverlos por medios no violentos o utilizando de forma fraudulenta el ejercicio de la fuerza militar o la corrupción de los sistemas de justicia y legislativo.

Apreciar la diversidad y apreciarla como fundamento de la Convivencia con Dignidad, Equidad, Justicia y Responsabilidad Social son fundamentales para comprender que todo ser Humano tiene sus propias convicciones y está en él la capacidad de aceptar que los demás tengan así mismo particulares formas de comprensión de la sociedad. Es allí donde la Democracia como un valor en sí mismo legisla sobre las particulares visiones para que todos estén en capacidad de gozar de deberes y derechos sin vulnerar los de su conciudadano.

El real ejercicio de la Democracia, y la sabiduría del verdadero gobernante demócrata es ejercer la Democracia con tolerancia, inclusión y respeto por los criterios divergentes. Lo contraria será otra cosa, menos Democracia.

La convivencia solo se da con justicia e imparcialidad en la legislación, en la aplicación de la ley y en el ejercicio de los poderes públicos.

La convivencia exige un sistema democrático libre de discriminación y la exclusión del ciudadano ejercidas por sectores políticos fundados en el totalitarismo, autoritarismo u otro ejercicio de fanatismo y gobierno personalista que pueden conducir a la Sociedad Civil a la hostilidad, frustración y a las prebendas del asistencialismo del Estado.

sábado, 16 de enero de 2010

La democracia un valor en sí mismo (I)

Corteza. Cabimas Natura, 2004. José M Perozo P

Sin embargo, su valor fundamental, cuando funciona, radica en que no sólo proporciona una serie de derechos, sino que también exige el cumplimiento de obligaciones normativas para adecuar la actuación al contenido cívico de la noma constitucional.

Recuerda la serie de escritos acerca del civismo democrático para fijar en la conciencia colectiva la noción de convivencia. Bueno, esa relación pasa por acatar Obligaciones (esto incluye fundamentalmente a los funcionarios del Estado) para consigo mismo y sus semejantes. Se debe reconocer, escuchar, aceptar de voluntad incluyente que la dignidad es parte del equilibrio del orden cívico constitucional para garantizar la convivencia democrática.

La tolerancia y el respeto son la capacidad que se tiene para distinguir la diversidad y aprender de ella, para evitar los juicios totalitarios y generalizados que son un refugio frente al esfuerzo mental que requiere comprender, más allá de nuestras primeras impresiones, aquello que no se adecúa a nuestra estructura mental. Porque hacer esto último es la muerte en vida, la fijación de las ideas en donde ya no es capaz de penetrar un soplo de aliento que nos transforme. No hay nada más peligroso que los hombres que actúan desde sus fijaciones, dogmatismos e inquisiciones, es decir, cuando sus ojos son el arquetipo de lo ideal.

La democracia promueve la tolerancia, el respeto, la inclusión, divergencia, la opinión y el diálogo como fuentes de de expresión de sus valores fundamentales. Esto es, la Dignidad Humana, el Ser como fuente de expresión de la creación y recreación de la vida Digna, sin ningún tipo de restricción. Es la dignidad del ser humano, del hombre y la mujer como ceración de Dios con derechos y deberes inviolables para sí mismo y sus semejantes. Como condición intrínseca de la creación. La Vida como derecho inviolable de todo ser vivo que requiere ser considerado en sí mismo. Es más que la Declaración de Internacional de Derechos Humanos

En función de los valores humanos devenidos de la razón del Hombre y la Mujer para tomar decisiones que orientan su actuación, surge el conjunto de normativa que se formulan como obligaciones en la constitución nacional. Esto es la constitución es la más clara exaltación de la emancipación del hombre en el ordenamiento necesario de a razón espiritual, natural y social de la Dignidad Humana.

Toda persona es por naturaleza está llena de virtudes y sus actos están sustentados el reconocimiento que se hace como persona capaz de discernir, razonar y actuar en función de su potencial cognitivo y equilibrio emocional. La Dignidad leva al ser humano a ser consciente de sus actos y asumir sus consecuencias. A tomar decisiones producto de discernir en un proceso de mental reflexivo natural intrínseco del ser humano. Esta proceso esta más allá de cualquier condición socioeconómica.

¿Qué es lo más dañino para la Dignidad? El privilegio que la “democracia” le asigna a quienes detentan el poder, en el ejercicio de la representación que se constituye en la enajenación de la Dignidad humana. Asumir la representación y pretender que un acto plebiscitario es correspondiente a la capacidad de discernir es una soberana grosería.
Todo acto electoral responde a un proceso de comercialización capitalista de mercado técnica de una imagen concebida de “candidato ideal” que ama a los pobres, le tiene tiria a los ricos, a los norteamericanos y desea sacrificarse por los pobres asumiendo la” durísima” tarea de vivir en una casona que no desea y unos privilegios que no comparte, pero, nada hay que “sacrificarse” por su “pueblo”

domingo, 3 de enero de 2010

Del Civismo a la Equidad solo median los fundamentos constitucionales (II)

Claro oscuro. Serie Cabimas Natura, 2004. José M Perozo P

Con la equidad en ocasiones los políticos de profesión y los burócratas enquistados en cargos sucesivos, hereditarios y prolongados la hacen pasar por igualdad.

Todos somos iguales, todos caminamos hacia adelante normalmente, tenemos paticas, manitos hablamos y hasta respiramos el mismo aire, se proclama la igualdad de clases, de género, religión y hasta de participación.

Si se parte del concepto Capitalista de igualdad social, en una sociedad de elites políticas y clases dominante que se hacen del poder Político (aquellos), para los otros se hagan del poder económico, para igualar al pueblo en términos de clase dominada la cual, si bien tiene la asistencia benefactora del Estado Capitalista, no recibe equitativamente los beneficios de la renta por explotación de recursos naturales transformados en materia prima de exportación (países dependientes de la renta) o de la transformación de materia prima y su industrialización (países industriales).

No es igualitario y mucho menos equitativo el Estado Capitalista. No es igualitario o equitativo el Estado Socialista Propietario y Benefactor. En ambos casos, las elites y clases se apropian de regalías y ganancias para producir igual daño en la clase dominada.

En el caso de las democracias latinoamericanas, la igualdad social es un valor que se pregona tanto en las democracias de izquierda como en las de derecha. Es innegable que en los textos constitucionales es letra la Igualdad, pero el tema que nos ocupa no es la igualdad Social, y por mucho estamos lejos de logar la Equidad.

Estamos lejos puesto se establece como punto de referencia tres sectores totalmente diferentes en la dinámica sociopolítica latinoamericana. El grupo de los dominados y los dominadores y el de las elites políticas.

Como podemos explicar la complementaria equidad del derecho a los bienes de la nación a una clase trabajadora que está empantanada entre la Burguesía y la elite política del Estado, de cualquier signo.

Cuanto más cerca se está del núcleo del régimen mayor es la inclinación de la balanza a la genuflexión del Estado.

El valor Equidad es superior a la igualdad o la libertad puesto en sí, no se llega a ser totalmente iguales o totalmente libres. La libertad es condicionada al cumplimiento de normas de conducta y de actuación político/jurídica.