martes, 1 de noviembre de 2011

Democracia: Estado y legitimidad. (i)

Caricatura de Quino

Hay dos tendencias peligrosas que deben evitarse en el campo de las relaciones humanas. La primera es la participar promover el discurso de la culpa y la acusación. Las comunidades están formadas por emociones y emociones que se contraponen al paisaje de la pobreza o de exclusión social.

La segunda, hace referencia a la discusión de lo sociológico y/o político, y más terrible aun en el campo de la sociología política, no debe empantanarse en dilucidaciones comparativas acerca de las teorías contratantes de la democracia, acerca de la naturaleza de la soberanía popular con respecto a los derechos de las minorías en democracia representativa.

Adentrarse en cualquiera de estas dos vías significa enredarse en un debate puramente ideológico que tendría poca utilidad en el plano de la realidad para entender como Venezuela se convirtió en una sociedad tan violenta y polarizada, mucho menos para abordar la posibilidad de mantener o consolidar la democracia para el futuro.

Seguir cualquiera de estos dos planteamientos en el mejor de los casos, solo evidencia el sesgo del autor, Como afirma el presidente Fernando Cardozo “la interpretación subjetiva a nivel meramente político”

La idea fundamental que se discute, entraña dilucidar el fracaso de la dirección democrática en función del fracaso o fractura de la condición de Estado. Por ejemplo, El fracaso en la protección de la ciudadanía como política de Estado, incide en las libertades civiles básicas, tales como el derecho de libre asociación y manifestación publica.

La estructura del poder central en comparación con las estructuras políticas locales. A pesar del sistema de Estado Federativo que rige en Venezuela; La administración de los fondos de todo el sistema federal es controlada casi por completo de facto por el poder ejecutivo y la asamblea nacional.

Desde el fin de la Guerra Federal, con el inicio de la dictadura de Juan Vicente Gómez en 1911, el Estado venezolano ha mantenido una fuerte tendencia centralizadora, aun contraria a los mismos postulados contenidos en la Constitución.

El esquema macroeconómico es la continuación, con mas o menos maquillaje, del esquema proteccionismo y sustitutivo de importaciones, revestido de liberalismo y populismo colapsado (y sin sustituto) por los impredecibles ciclos de precios de los productos y la perdida, a lo largo de los años, de la cuota de participación en los mercados internacionales para extracción y exportación de petróleo

Paradójicamente, y parece que contradice la afirmación anterior, los inmensos ingresos petroleros, que año tras años, gobierno tras gobierno, ha recibido el ejecutivo se han invertido en empresas propiedad del Estado para producir acero, aluminio y electricidad, para satisfacer las demandas del mercado nacional e internacional, con la curiosa particularidad de ser materia prima, sustituta de materia prima.

Esto es, los japoneses compran la materia prima aluminio a las nuestras empresas de Guyana y nosotros le “compramos” bienes finales elaborados con ese aluminio.

El monopolio y control del estado sobre todas las industrias relevantes funciona de forma similar a las v economías planificadas de la era soviética. El estado también genero planes quinquenales y se premio a quien a trocha y mocha “cumplió” con las “metas”.

Pero cuarenta años mas tarde el 40% de la población vive en condiciones de pobreza critica y empeorando. Por ello aun los candidatos siguen “amando a los pobres”.

Después de casi cinco décadas y de todos los billones de dólares del mundo, el petróleo continúa sirviendo para el populismo, la corrupción y la reproducción de la pobreza como sustento de la legitimidad del Estado

El nuevo contrato social requiere la presión sobre las instituciones democráticas,

Pero sin duda el signo fundamental de la democracia es el ejercicio indirecto de la soberanía por el pueblo, a través de representantes electos mediante sufragio en elecciones secretas, libres y universales

Sin embargo la democracia como régimen político no se agota en la representación ni en la participación política.

Progresivamente, en particular después de la segunda guerra mundial la democracia como régimen político se vincula esencialmente a otros factores que van mas allá de la sola elección de funcionarios o mecanismos de participación directa y que se refieren al funcionamiento del gobierno democrático, vinculado al ejercicio del poder y la separación e independencia de los poderes del estado, al respeto y garantía de los derechos humanos, pluralismo político, a la garantía de los derechos laborales y a la libertad de expresión.

En el mundo contemporáneo no basta que el origen del gobernante esté en el sufragio para que se lo considere democrático, sino que tiene que cumplir con otros elementos esenciales para tener legitimidad democrática y garantizar que sea un “gobierno para el pueblo”. ¿Donde habrá usted escuchado esa afirmación anteriormente?

La democracia exige el respeto y la garantía de los derechos humanos y de las libertades fundamentales. Estos no pueden existir sino en democracia y no hay democracia si aquéllos no se garantizan, por más origen electivo que tengan los gobernantes

En el mundo contemporáneo la doctrina de los derechos humanos y su primacía se han convertido en parte importante de la democracia, al punto de que un régimen en el cual se violen los derechos humanos, la libertad de expresión y en general las libertades fundamentales del hombre es esencialmente anti democrático.

Pero además, la democracia exige que el acceso al poder y su ejercicio se realicen con sujeción al Estado de Derecho, es decir, respetándose la Constitución y las leyes.

El acceso al poder no solo se realiza a través de elección de los representantes, lo que debe hacerse con sujeción a lo establecido en la Constitución, sino también mediante la designación de los titulares de órgano con arreglo a la propia Constitución


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