jueves, 25 de febrero de 2010

Lectura obligada al contexto de la democracia. (I parte)

A cielo abierto. Cabimas Natura. Gabriela C Perozo Balza, 2008


En el mundo contemporáneo no basta que el origen del gobernante esté en el sufragio para que se lo considere democrático, sino que tiene que cumplir con otros elementos esenciales para tener legitimidad democrática y garantizar que sea un “gobierno para el pueblo”. ¿Donde habrá usted escuchado esa afirmación anteriormente?

La Democracia exige respeto y garantía de los derechos humanos y de las libertades fundamentales para toda la sociedad Estos no pueden existir sino en Democracia y no hay Democracia si no se garantiza, por más origen electoral que tengan los gobernantes, lo derechos y deberes consagrados en la Constitución Nacional.

En el mundo contemporáneo la doctrina de los derechos humanos se ha convertido en parte importante de la Democracia, al punto de que el régimen que viole los derechos humanos, la libertad de expresión y en general las libertades fundamentales del hombre es esencialmente antidemocrático.

Pero además, la Democracia exige que el acceso al poder y su ejercicio, se realicen con sujeción al Estado de Derecho, es decir, respetándose la Constitución y las leyes.

El acceso al poder no solo se realiza a través de elección de los representantes, lo que debe hacerse con sujeción a lo establecido en la Constitución, sino también mediante la designación de los titulares de órgano con arreglo a la propia Constitución.

Por ello, es esencialmente antidemocrática tanto la usurpación de cargos electivos como el ejercicio de cargos públicos por titulares nombrados violándose los requisitos y normas constitucionales.

Pero además un elemento esencial de la democracia es el pluralismo político, de manera que todas las organizaciones y partidos políticos puedan tener efectiva posibilidad, no solos de acceder al poder, sino de participar políticamente en la conducción de la sociedad.

El gobierno democrático, además debe ser un gobierno para la sociedad en su conjunto y no para el “pueblo” que vota en elecciones o una parte o grupo político. Por tanto, sin pluralismo político no puede haber democracia siendo esta incompatible con un régimen de partido único o hegemónico o un Estado integrado por funcionarios al servicio de una parcialidad política.

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