domingo, 4 de septiembre de 2011

El control de las elites (iii)


Es clásico en América Latina adhesión del ciudadano a las elites gobernantes, al partido de gobierno, a los sectores políticos que detentan el poder. Ese es el ciudadano que operador político o no comprende que, entre otros medios, se accede a los beneficios del Estado mediante el asistencialismo de las propias instituciones públicas. Regularmente no hay otra vía, es lamentable esta afirmación, que no es exclusiva de quien suscribe este Blog. De allí que el control de las elites es asunto de estudio, dado los cambios de concepción ideológica en una parte importante de países de Latinoamericanos. Se mantiene el tiempo de la supremacía de las Elites Políticas, de los operadores políticos del partido de turno en el gobierno.

Se matiné aun en la América Política, el sincretismo cultural aupado por elites, grupos, individualidades autoritarias que construyen esquemas de poder en función de la estrecha relación que existe entre grandes conglomerados humanos en la extrema pobreza e individualidades populistas, carismáticas o simplemente autoritarias, sumadas a la inmensa riquezas natural explotada a mansalva por grupos económicos locales vinculados al capital trasnacional. Esta relación está ligada, por el caudillo; pero su fuente está en las creencias mesiánicas de América, por el “salvador que surgirá de sus entrañas” para liberarla del conquistador, que para unos es chino, soviético, inglés, norteamericano o cualquier otro designado externo que sirva de excusa izquierda o derecha, ante tamaño despilfarro de renta petrolera, agro minera, agropecuaria o simplemente humana.

Suena fuerte, pero; donde está la autocrítica necesaria para revisar errores consecuente. Narro una historia popular, la cual refiere que ante el acoso permanente del conquistador, el indio latinoamericano invento el Dorado, lo que “enloqueció” la codicia del conquistador por encontrar en el Amazonas esa ciudad construida de oro puro. Resulta que en el Amazonas era poblada de anacondas, arañas gigantes, pirañas, gorilas, ranas venenosas, lluvias torrenciales que mermaron a mordiscos y epidemias la codicia bárbara del conquistador. O las historias de ilustres americanos que sembraron de gloria la Europa Colonial; por citar a Don Francisco de Miranda, ilustre caraqueño que luce el estandarte latinoamericano en el viejo y en el nuevo continente de su epoca.

Americanos de valía, que de seguro hoy ven con poco agrado el poder de elites que desangran el corazón de América. Son las rancherías marginales de Brasil o Venezuela igualitas de inseguras a las del Salvador o Nicaragua o las de México. Rancherías humanas plagadas de vicios, santerías, delincuencia, cristianismo, marxismo, socialismo del XXI, liberalismo, integrados en un imaginario social dinámico que crece atizado por elites del voto democrático y de caudillos personalistas.

Es modelo que se ha sustentado en el modelo de cultura política bajo control de elites, que suponen democracias estables y ciudadanos racionales. Óptica difícil para unos y otros (digo de izquierda y derecha). Los primeros tipifican un ciudadano liberal, individualista producto de la propiedad privada capitalista. Mientras que los segundos satanizan al Estado-propietario y social que hace de lo público su botín personal para enriquecer la camarilla. Lo cierto es que en ambos casos, (de nuevo las elites) el ciudadano común convive con la inflación, impunidad, inseguridad, insalubridad, servicios públicos deficientes, rancherías como vivienda, pero eso sí, con un Presidente y su elite, dispuesto a sacrificarse él, su familia y amigotes a ocupar cargos públicos para defender a su país de los chinos o ingleses o norteamericanos o rusos según sea el caso.



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